Ya
clarea el nuevo día en el campo, el sol con su mirada brillante invita a beber
alegría. Refulge señorial en el rancho de mis abuelos Eugenio y Etralia.
Ellos
nos invitaron a pasar una temporada en el campo y gustosos hemos aceptado;
nosotros tan intoxicados en esta ciudad tan grande y bulliciosa, contentos
hemos alistado maletas: mis padres, yo y mi hermano Julio. Y luego de divisar
muchos paisajes hermosos desde la ventana del tren, al fin hemos llegado. ¡Con
cuánta alegría nos han recibido! y lo primero que nos han invitado en el
desayuno ha sido leche fresca recién ordeñada de su establo y unos panecillos
hechos a base de maíz que ellos también siembran por allí. Mis padres
conversaron muy joviales en la mesa y gastaban muchas bromas con mis tíos. Yo y
mi hermano disfrutamos mucho degustando estos alimentos propios del campo y
este aire tan puro del campo. Luego del desayuno mi abuelo Eugenio nos llevó a mi
hermano y a mí al otro establo donde tiene muchos caballos de diferentes
tamaños y colores, nos enseñó a bañarlos, peinarlos y sobre todo lo que más me
agradó fue que me enseñara a montar caballos, a mí que soy tan miedosa. Mi
hermano se burlaba cuando me ponía nerviosa intentando montar el caballo Rufino
con ayuda de mi abuelo, pero pronto se le borró la risa del rostro pues al fin
logré montarlo y logré dominarlo, mi tío siempre estaba vigilándome detrás y yo
contenta cabalgaba a Rufino alrededor de todo el establo. Fue una experiencia
maravillosa. Nunca la olvidaré este momento. Ya de regreso a casa mi hermano y
yo estábamos contentos de apreciar las bellezas del campo y jugábamos
empujándonos y caíamos de vez en cuando al pasto seco, sonriendo en nuestros
juegos. Mi abuelo nos decía: "Con cuidado muchachos" Pero se veía muy
feliz también.
Luego
en casa vimos a la abuela Etralia cocinar con leña en su fogón una sopa deliciosa a base de
maíz molido muy espesa. Qué alimentos tan ricos y alimenticios estos los del
campo. Luego al despedirnos nuestros tíos nos invitaron a ver su huerta donde
siembran muchos frutales y verduras que ellos usan en su alimentación, qué
bella experiencia nos llevamos.
Finalmente
cuando llegó el momento de partir, nos regalaron una bola de queso hecho con
leche de vaca y maíz seco para preparar nosotros en casa esa sopa deliciosa que
nos invitaron. Muy contentos regresamos a casa prometiendo a nuestros abuelos
regresar las próximas vacaciones de verano.
Autora:
Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados