Rompe la tarde el quejido de mis lamentos.
Tú no estás
y yo solo siento en mi alma, sombra y valles desiertos.
El frío de la soledad congela mis huesos,
no quiero ver la triste realidad que me retuerce el alma:
tú no llegas,
y yo habitando en el planeta de los muertos sin calma.
En vano esbozo una sonrisa disforzada,
en vano me invento un cuento de hadas,
Ya no volverás a mi planeta, en el que solo,
tú en él habitabas;
ni a mis candentes llamas que solo por ti flameaban.
Tu sol se apaga,
mi vida con él se diluye en un laberinto confuso.
No quiero llorar;
ya bastante tengo
con el dolor del alma muerta.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
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