Queda poco tiempo,
el reloj de arena avanza,
no perdona.
El hombre se hace sombra,
el sol va apagando sus ojos,
Solo algunos faros sostienen
sus entrañas de ilusiones.
Vuelan los cuervos del
infortunio.
El humo contaminante todo lo
alcanza.
¡Qué cuerdas sostendrán ya,
nuestro planeta!
Sobre qué pared viva
apoyaremos nuestras carnes.
Los telares del tiempo se
consumen,
como agua.
Y el hombre, o le queda de
él,
extendiendo las manos a un
Dios,
o una fuerza sobrehumana que
lo salve.
Autora Edith Elvira Colqui
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