Pedro y la guerra
Soy Pedro, vivo en Ucrania y esta noche no hemos podido
dormir nada, mi madre y yo, los misiles y proyectiles caen a cada instante y
nos asustan demasiado.
Nunca tuve tanto miedo, abrazo a mi oso de peluche con
fuerza, quiero que esto pase pronto, mi madre llora mucho por las noches, yo la
veo escondida en un rincón, ella no quiere que la vea para no entristecerme
más, pero su cara compungida me lo dice todo.
Jamás entenderé a los adultos se pelean por cosas, por
bienes, si es tan bonito vivir tranquilos y en paz, yo con mis amigos cuando
nos peleamos, conversamos y al final legamos a un acuerdo, pero los adultos no
son así, ¡y hacen tanto daño con sus tontas guerras!
No es fácil vivir en estos sótanos subterráneos sin mi papá,
¡lo extraño, tanto!, a veces me da ataques de pánico al pensar que ya no
volverá con nosotros, que un proyectil nos caerá y que moriremos todos
achicharrados como cucarachas.
Me siento tan infeliz y triste estar todos los días
encerrados aquí sin poder ir al parque a jugar con mis amigos. Me parece un
verdadero infierno esta situación, no puedo siquiera ir al colegio y sin que mi
madre me vea por las noches también lloro de rabia e impotencia, por no poder
parar yo esta absurda guerra.
Escucho muchos aviones de guerra y mucho ruido. Antes de
encerrarnos aquí vi que lanzaban muchas bombas que destruían muchos edificios y
casas, vi mucha gente correr y llorar con sus hijos, eso me dolió mucho.
Mi país destrozado por manos ajenas, mi país que era tan
lindo huele a humo y yo tan pequeño para hacer algo, yo me siento tan nada y
solo atino a llorar por mi país, por mi familia que esta malvada guerra está
acabando, no veo a mi padre hace un mes y tengo miedo de que lo hayan matado o
lo hayan cogido como preso de guerra o lo torturen o hagan trabajar y muera sin
que le den alimentos.
Mi padre nos dijo que huyamos del país, que como otros
amigos salieron con sus esposas e hijos salgamos hacia Polonia, mi madre le
dijo: yo quiero morir contigo, de aquí no me muevo, pero aquí vivir es tan
difícil, no hay muchas cosas para comer, no hay una cama caliente que nos
abrigue, dormimos en mantas en el suelo y tengo mucho frío y también mucho
miedo.
Cuento las horas para que esta guerra acabe, quiero volver a
tener una familia normal como todos los niños, quiero abrazar a mi padre como
antes, jugar con él, fútbol o básquet en el parque y hasta prefiero que me
regañe a estar así.
Hoy solo comí un trozo de pan duro que mi madre guarda en
una bolsa vieja y agua del caño, pero siempre me quedo de hambre, pues, a
veces, solo comemos una vez al día y las tripas me suenan en la tarde.
A veces me siento culpable por ser un niño que no puede
trabajar o ir con mi padre a ayudarlo en su lucha por nuestro país, a veces me
siento tan triste que se me quita el hambre y por las noches tengo muchas
pesadillas y vomito del susto.
Hoy me levante de madrugada y me puse a rezar, pedí a Dios que cabe la guerra, que el país que quiere llevarse nuestra patria, reflexione que vea cuanto sufrimos las familias, los niños, las esposas, las madres, las abuelas, los ancianos, los padres de familia, que nos dejen vivir en paz.
Ellos tienen riquezas y no sé por qué quieren más
territorios. Por eso digo Dios mío, nunca entenderé a los hombres adultos,
nunca están contentos con lo que tienen, siempre quieren más.
No te pido mucho, si acabas la guerra te prometo que ya no
me portaré mal, que haré mis tareas, obedeceré en todo a mi madre, comeré mi
sopa y ayudaré en casa a mamá y papá sin renegar.
Dios mío, dame fuerza si algún día debo soportar, perder a
mi padre o a mi mamá. No sé vivir sin ellos, creo me volveré loco si pierdo en
esta guerra a uno de los dos.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
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