No llores, amado
Cuando el reloj del tiempo
sombree nuestros pasos
y sus agujas encorvadas
no respondan a los pitazos,
acuérdate de los días rosales
en que jugábamos
con las mariposas del amor,
tejiendo castillos altos
e ilusiones naranjas
llenas de ambrosía.
No llores amado,
con nuestros inviernos largos,
y la casa sin pichones,
yo en tu altar he derramado
azules estrellas,
pan de consuelo
y muchos buñuelos de cariño;
Dios siempre da aliño.
El sol aparece distinto
en nuestras almas y pieles,
el amor no se ha secado,
reverdece cada mañana
aunque con caña quebrada,
entre las piedras crecen siempre
algunas flores rosadas.
Somos uno
en la pulpa del dolor
y de la muerte
y más allá de las cortinas terrestres
seguiremos siendo
luz para nuestros senderos,
alfombra de cielos enamorados,
mar de olas con espejos,
sol vivo en los inviernos.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario