Era las cinco de la tarde, hora indicada en que Pepe, Rosita y sus padres habían quedado en ir al río a refrescarse del ardiente verano. Muy contentos todos alistaron sus pantalones cortos y polos para meterse al río cuando llegasen. Pepe iba con su hermana, sus padres y sus primos: Juan de cinco años, Tomas de trece y Adelina de 15 años, todos muy contentos. Al llegar al río, el padre de Pepe decidió hacer con sus manos, ayudado por sus primos, un cerco de piedras como una poza para que se juntase allí el agua y pudiesen bañarse allí tranquilos. Y al terminar de hacerla todos se metieron, Pepe su hermana los primos y hasta sus padres. Disfrutaban alegremente de chapotear en el agua.
La corriente estaba leve y tranquila y el caudal del río estaba bajo. No había peligro, así que se bañaron en la posa a su gusto, mientras corrían las horas. De pronto se oyó un grito a lo lejos era su primo Juan de cinco años, quien gritaba, (eran las 6pm y el caudal del río había subido sin que se den cuenta) y era porque le arrastraba la corriente y por un espacio pequeño de la poza el agua lo arrastraba río abajo. De un momento a otro se lo llevaba ante la mirada atónita de todos. El padre de Pepe sin pensarlo dos veces se lanzó al río para salvar a su sobrino ya él también la corriente se lo llevaba. La hermanita de Pepe y todos asustados gritaban ¡Papa!, ¡Tío!, ¡Dios mío no!, La madre de Pepe al ver a su esposo que se lo llevaba la corriente, subió por arriba en la ladera y corría por el borde. Los primos Pepe y sus hermana mojados. La seguían llorando y lamentándose. Los pobladores preguntaban qué había pasado y decidieron ayudar corrieron para encontrar los cuerpos y salvarlos, pero la corriente era fuerte. La madre se cansó de correr y cayó al suelo junto con los niños. De pronto un poblador se les acerca y le dijo: Señora yo ya lo había cogido a su sobrino del brazo pero la corriente era tan fuerte que me lo arranchó y se fue con el río. A sus esposo si no lo vi por ningún lado.
La madre de Pepe se desmayaba y deliraba de la impotencia; los pobladores la atendían y todos los niños lloraban. De pronto llega con los pobladores su esposo, todo magullado y asustado y le dice a su esposa quise salvarlo pero no pude la corriente furiosa se lo ha llevado lejos a mí también casi me lleva.
Y ella le dice, ¡que pasó cómo saliste esposo mío!, él le contestó: invoqué el alma de mi hermana fallecida madre del pequeño y me dio fuerza y salí, no sé cómo, y se abrazaron llorando.
Todos regresaron a casa llorando para dar parte a la policía, pero en media hora un poblador que había llegado a su casa les dijo que ya habían encontrado a su sobrino, pero ya estaba muerto y todo amoratado por los golpes de las piedras del río.
Se hizo el velatorio y el entierro del pequeño con mucha pena. Todos quedaron compungidos y el padre tuvo que hacerse una cura de susto pues no podía dormir por las noches pensando en el evento luctuoso y por el susto de haber podido morir ahogado.
Ellos nunca mas fueron al río. Los primos que estaban de visita tuvieron que volver a su tierra sin el hermano menor.
La visita de vacaciones de sus primos había terminado en tragedia.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados
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