PURGATORIO
Mi alma en lejía se baña
suspira y se agita en su proceso...
Estoy piando como golondrina
por mi suerte amarga
merecida,
¡No tengo salida!
He bajado por las escalinatas de yerro
al purgatorio
El cuerpo sufre la afrenta
el alma llora su reyerta.
Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa,
me encuentro en el valle de los muertos,
sin vida.
¡Arrastro la cadena expiatoria!
Pesan sus eslabones reparadores;
cuesta mucho
limpiar mis aceras personales.
Necesito ángeles
que me saquen del suplicio,
una deidad que de mí se compadezca;
un rosario de oraciones
que mi mal disminuyan.
Fuego candente achicharra mis pieles,
levanto la mano,
grito para que alguien me ayude,
pero es inútil,
¡Debo cumplir sola mi sentencia!
¿Qué rey, qué trono,
qué poder, podrá sacarme
de este suplicio en potencia?
Cinceles agudos taladran el alma
y la purgan,
para ser merecedora de la luz divina
que en lo alto me espera.
Extenuada gimo y lloro,
levanto los ojos al cielo,
y cuando parece que muere mi consuelo,
La madre, santa virgen
escucha mis ruegos de acero,
me regala su rocío paliativo,
acelera mi penitencia,
y en su mantos divinos al cielo me lleva.
Mi tiempo de expiación ha terminado
mis lágrimas y lamentos
mis pecados han borrado,
y al fin puedo disfrutar
del Edén añorado.
¡Decidle a todos !
Que el purgatorio
es destino
inevitable,
para almas que tienen cuenta desfavorable.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas -
Perú - derechos reservados
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