Al final del ocaso,
con el corazón agradecido,
Dios, te escribo la última carta.
Te agradezco por las luces
y por las sombras de mi vida,
todas ellas me dejaron
lecciones aprendidas.
Te agradezco por el sol de amor
de mi hermosa familia,
por los verdaderos amigos
y por su amistad de dulces trigos.
Agradezco haber disfrutado
de todos los pétalos de mi existir en plenitud,
por haber cumplido uno a uno
todos mis sueños,
los grandes y los pequeños.
Te agradezco por estos dos retoños hermosos,
por el esposo bueno y santo
que siempre me cubre
con sus alas de comprensión
y ternura.
Te agradezco por el sol, el viento,
las aves, las mariposas,
y las plantas que alegran mi existencia.
Te agradezco por las profesiones que me brindaste,
por cumplir todas mis metas.
Te agradezco por todo, Dios bueno,
y si acaso llega la partida,
me voy feliz y agradecida,
con el corazón lleno de amor
y el alma en paz.
Edith Elvira Colqui Rojas – Perú
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