Madre, tu ausencia
tiene el sabor de lecho frío,
sus vientos incrustan de pena mi alma;
lo hacen crujir de amarga nostalgia.
Madre agosto se llevó tu nombre
en lápidas fúnebres
y en carrozas de muerte.
Estatuas mudas
rodean tu figura.
¡Sin ti, siento los silencios largos de
ultratumba!
El dolor que me dejaste
no ha sanado
y sus clavos punzantes perforan mi alma
¡La hacen trizas!
Sus heridas recrudecen, sangrantes
al mirar el camposanto
en que dejaste tu cuerpo durmiente,
¿Por qué el destino me arrebató
mi diamante puro y sagrado?
¡Yo quiero oír de nuevo su voz!
Una cruz fúnebre
clavada en tu lugar de reposo,
me dice que ya no vuelves,
y yo me he quedado muda y estática
como ella.
Dejarte partir
es mi muerte,
olvidarte doble suplicio.
Necesito los alisios de tus besos,
las gardenias de tus caricias
para colorear mi existir.
Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos
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