LA PAZ DEL ALMA
La paz del alma
va sentada en las ramas de la
sencillez,
expande sus vestidos
en un abrazo sincero, en un
beso en la frente,
en un caluroso apretón de
manos.
La paz del alma la tienen,
los que regalan una mirada
franca,
los que no mienten, ni
engañan;
son almas en pétalos abiertos
en sones melódicos de armonía
entre lo que dicen y lo que hacen.
La tienen,
aquellas mariposas bondadosas
que saben perdonar.
La paz del alma camina
en escalones blancos,
en ella no habita, la
envidia, ni la maldad;
no camina en nada vedado, ni
ilegal.
Es feliz con lo que
tiene
y sabe compartir;
siempre mira al otro con ojos
de misericordia y amor.
¡Ah, la paz del alma!
Vuela en sus castillos
enamorados,
tiene el corazón saciado e
irradia felicidad.
Habita gozosa en esas
gentes que con poco, son felices,
y siempre estiran una sonrisa
de cielo
a pesar de sus
propios nubarrones.
La paz del alma la tienen,
quienes aún se admiran de lo
pequeño:
del vuelo de un pájaro a su
nidal,
del sonido de un río albo
cristalino,
de la sonrisa girasol de un
niño.
Paz del alma de mariposas
blancas
¡Hoy se vino a posarse en mi
faz!
su luz iluminó mi oscuridad,
¡Y cómo me embarga su sol
de felicidad¡
¡Quiero gritar, quiero reír,
de tanto jolgorio!
Sus frutos, son dulces, cautivadores,
cómo
la miel de Egipto.
Autora: Edith Elvira Colqui
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