Luce callada,
hablando
soledades de metal.
sus bisagras oxidadas
se quejan de la brisa y sus sal.
un hijo que nunca llegó.
En sus comedores,
tenedores de alegría saltan,
(pobres, ignoran el dolor del mundo terernal).
la hora cero están marcando,
sus minuteros despilfarran tiempos muertos.
una sed de amor que nadie sacia,
una luz tìmida emiten sus imágenes severas
y estoicas.
pensó que siempre iba a ser habitada,
y ahora llama a los vientos, a los niños, a los vecinos
para sentirse acompañada.
y de primaveras añejas.
En su tez
el colorete se ha vencido,
sus pómulos se cayeron
en el tobogán de la vida.
las paredes guardaban secretos juveniles
y la mesa servía
pero su alma azul
permanece encendida,