En un siglo de modernidad,
se murieron los vestidos blancos de al inocencia,
los lazos rosados yacen olvidados,
también las muñecas y los carros de juguetes.
¡La inocencia se perdió, la inocencia se perdió!
La niñas ya no juegan con muñecas,
quieren ser adultas antes de tiempo.
¡Se perdio la inocencia se perdió!
Ya los niños no juegan con carritos, ni los juegos de mesa,
ni los juegos al aire libre.
Prefieren celulares,ver sabe Dios qué imágenes en computadoras o en televisión.
¡Se perdió la inocencia, se perdió!
La inocencia en el hablar, la inocencia en el vestir, la inocencia en el ver...
Hizo luto la inocencia , llora desconsolada por las calles de la ciudad,
pues no encontró casa,
en este mundo,
no encontró a quien le gustase mirar siempre en blanco,
siempre en claridad.
La inocencia se perdió,
también en el cuerpo de la adultez,
pues algunos miran con doblez,
hablando mal del otro,
manchando su honra y dignidad.
La inocencia de perdonar se perdió,
la inocencia de sentir por el otro,
la inocencia del cuerpo también,
la inocencia para el bien,
rota, muerta, se quedó,
Tenemos que pedírsela
al que la sabe darla a raudal.
El inocente cordero blanco,
Cristo Jesús que se dejó hacer el mal,
y su boca siempre callada ante la injusticia
de los que le dieron solo mal,
y el solo bien supo dar.
La inocencia,
la inocencia en este siglo tenemos que recuperar,
sembrando primero sus alas blancas en el hogar.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-D.R.A.
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