Érase una vez un mendigo que se sentaba a las puertas de una iglesia a mendigar:
-¡Una limosnita por el favor de dios! ¡Una limosnita..."
los transeúntes eran indiferentes con él , los niños lo fastidiaban, y las señoras que asistía a misa conmovidas regalaban bolsas de pan y algún dinero.
Llegada la noche se iba a su casa a descansar, "su casa" era un banco de la plaza ,allí comía lo que podía, se tapaba con periódicos y cartones y dormía muy tarde pues tenía mucho frío.
Y así todos los días su rutina era mendigar pues era muy anciano y sufría una enfermedad al al corazón.
Y suplicaba limosna en la iglesia de siempre, hasta que un día unos maleantes le engañaron que se vaya con ellos, que le darían una sorpresa y le iban a invitar a comer. El pobre mendigo aceptó y al llegar a un callejón le quitaron todo el poco dinero que recaudó y le dieron golpes dejándolo desmayado. Pasada unas horas despertó, y vio que había sido asaltado y echó a llorar amargamente y tanto lloró, que su llanto un ángel escuchó y le dijo: "Hola dulce mendigo no llores, todas estas penas algún día serán borradas de tu corazón ,la gente que daña nunca tendrá paz en el corazón y tú no la pierdas, que dios tus lágrimas escuchó, aquí te dejo una bolsa con oro para que lo vendas y tengas con que comer y vestir "
El mendigo asustado pensaba que era un sueño pero al ver la bolsa de oro en sus manos supo que era verdad, y muy contento se fue a su banca a contar las monedas y pensar en comprar comida, ropa y alquilar un cuartito donde vivir.
*Autora: Edith Elvira Colqui Rojas - Perú