Había una vez una gata que era muy bella, pero también muy presumida, todos los días se miraba al espejo y decía que era la gata más
hermosa del universo.
Muchos gatos la pretendían, pero ella los rechazaba a todos porque
decía que eran poca cosa para ella.
Y así pasaron los
años y la gatita iba envejeciendo y rechazando enamorados, hasta que se dio
cuenta de que ya era una mujer muy anciana y que por fijarse tanto de los
defectos de sus pretendientes, se había quedado sola sin esposo, ni hijos y se
decía para sí:
—Hay pobre de mí, me he quedado muy sola en esta casa grande
por ser demasiado presumida.
Moraleja:
No hay que ser muy presumidos porque podemos quedarnos
solos.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-©