Recordando viejas historias,
saco de mi baúl viejo,
un recuerdo añejo:
Una tarde de abril,
de un cielo añil,
en que te entregué el corazón
hasta perder la razón.
Tú eras la dicha para mí,
el mejor verso que escribí,
por ti toda la vida daba,
si es preciso, la vida entregaba.
Pero, ¡oh, cruel destino!
No sabía el desatino
que era quererte sin medida,
pues dejaste mi alma compungida,
tan desamparada y dolida,
como ave perdida.
¡Oh, cuánto sufrí!
sola y sin ti,
¡Cuánto lloré!
Pues de ti me enamoré.
Y a pesar que me dejaste,
y otro cariño encontraste,
no olvidaba, el amor que en mí sembraste.
Hoy que escribo mis memorias,
tus recuerdos son tan sólo historias,
hojas secas y marchitas,
en mi alma tú ya no habitas.
Soy una mujer liberada,
de tus embrujos desterrada,
¡Ya no estoy de ti, enamorada!
¡Viva la vida descansada!
Se ama de verdad, o nada.
*Autora: Edith Elvira Colqui Rojas - Perú- derechos reservados