El ángel de la navidad
pasea por las calles de la ciudad, abre cuidadoso con sus llaves mágicas las
puertas de las casas para dejar presentes a los niños pobres.
Ayer escuchó a Pedrito y María que lloraban desconsolados porque el padre estaba sin trabajo y temían quedarse sin comer y lo que es peor para ellos, quedarse sin sus juguetes de navidad.
Su ángel los escuchó y ahora viene sigiloso, abre
su casa con su llave maestra y trae en sus cestos frutas, panes y los muñecos que los dos niños tanto anhelaban.
Los deja debajo del árbol y se desliza por la
ventana hacia los cielos.
Por la mañana Pedrito se levanta primero va a mirar el arbolito de la sala que no contaba con adornos, (porque no tenían ahora para desperdiciar en esas cosas) y ve el cesto que el ángel había dejado y loco de contento llama a su hermana: - Hermanita, hermanita, despierta ven a ver lo que alguien ha dejado debajo del árbol- ¡Son los muñecos que tanto deseábamos! - Ante los gritos de Pedrito se despiertan los padres van a al a sala y ven el cesto llenos de alimentos y frutas para los niños y ellos además de unos muñecos para los niños. Y se quedan asombrados, - ¡Dios mío los milagros existen en navidad! - decía la madre, y el padre exclamaba :- Por Dios, ¿Qué es
esto? - Pero ya para esto la hermanita de Pedro ante las exclamaciones de asombro se había despertado Y dice -Papitos es el ángel de la navidad quien lo ha dejado, yo anoche en mis oraciones se lo he pedido ¡Es él, estoy segura qué es él!
Y Pedrito exclama: - Es verdad papitos lo que dice mi hermanita pues yo también rezando en mi cama se lo he pedido y me ha escuchado, ¡Bravo!
El padre y la madre
sorprendidos no hacen otra cosa que alegrarse y abrazar a sus hijos emocionados
y con lágrimas en los ojos exclaman: bendito ángel has traído bendición a esta
casa, seguramente enviado por nuestro padre del cielo. Y junta la familia se
pone de rodillas y bendicen al Dios del cielo que envió a su ángel y no los dejó desamparados.
Los niños felices en la noche de navidad jugaban con sus regalos. Los padres contentos los miraban
regocijados.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados