Cuando el sol llego a mi vida,
yo era una frágil flor,
pequeña e imperceptible.
Cuando me miró,
mis pétalos se sobrecogieron
y tímida esbozaba algunas
palabras.
Cuando sus rayos me tocaron
sentí el calor del amor
fulgurante,
y mis hojas se abrieron a la
verdadera felicidad.
¡Tus rayos, oh mi sol, mi sol
dorado,
me hicieron fuerte y
valiente!
Me convirtieron en una rosa
hermosa y vigorosa;
las demás flores envidiaban
mi belleza.
Cuando el sol se fijó en mí
pude ver el mundo de
otro color,
todo me parecía manzanas de
buen sabor.
El día que el sol me dio sus
rayos de ternura
ya no fui la misma,
algo en mí me impulsaba a reír
y cantar.
Mi sol esplendoroso me
convirtió
en mujer amada, respetada,
valorada.
Este sol bueno, me hizo mujer
en plenitud.
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú-Derechos Reservados