En el cenagal de la soledad me hundo,
en el pantano del tedio me sumerjo;
nubes grises acompañan mi rito de infierno.
No encuentro en mi mundo la salida,
todos se volvió en mi senda oscuridad.
¡No hay Dios compasivo que escuche mis ruegos,
no hay pájaro que a mis penas acompañe con su canto!
Siento el silencio de los huesos muertos,
me acorrala una jauría de leones hambrientos,
¡Me quieren devorar!
El frío de la pena
congela mis huesos;
voy al cadalzo incierto
vestido de rigoroso negro.
¡Váyanse todos!
A esta cruz de destierro,
entro yo solo...
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados
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