La paz llama con voces descansadas,
La paz no encuentra manos de consuelo;
lloraba por sus sueños y un pañuelo,
que le seque las lágrimas pesadas.
¡Tiene las esperanzas tan frustradas!
Por ellas yo me agito y me desvelo,
¡Escucha mundo y óyeme tú cielo!
¡Basta ya de las guerras infundadas!
Clama mi álgida voz, en el desierto,
nadie escucha la voz de la cordura,
¡Se enfrentan con misiles los humanos!
¿Quizás esperaremos que haya un muerto?
¿Que se acabe del hombre su figura?
No mezclemos con sangre, nuestras manos.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas - Perú - Derechos reservados. Copyright ©
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