Jesucristo es una pasión
Jesucristo es una pasión
viviente,
una pasión digna de ser
imitada,
de un amor hasta la muerte
proclamada.
Solo y valiente asumió su
cruel e injusta condena,
con un cuerpo llagado que a
grandes y chicos apena.
No hubo engaño en su boca
fue un manso cordero,
pero fue tildado de
alborotador y
y hereje sin derecho a
defensa.
Soportó la lanzada, la
coronación de espinas y los latigazos
con entereza y donación
inaudita.
Solitario cargó con el
madero de la injuria de los pecados ajenos.
Cae una y otra vez por el
peso de la cruz ominosa
pero decidido se levanta,
sabe que debe cumplir su misión
que allá arriba en el calvario
se concreta.
Crucificado con clavos,
sangra profusamente en manos
pies y por la lanza en el costado,
¡Mirad el cordero albo cómo
se ha inmolado!
¡Ay, por los pecados del
mundo va a ser sacrificado!
En el colmo de su agonía
a su padre le ha suplicado:
¡Padre líbrame de esta
amarga hora!
Pero como hombre íntegro
y al entregar su alma de
lirio le ha dicho:
¡Padre en tus manos
encomiendo mi espíritu,
todo lo que has decidido se
ha cumplido!
Hombre terreno y divino
¡Cuánta pasión en tus
laureles de entrega has donado!
¡Cuánta intensidad de amor a
los débiles hombres!
Somos tus creaturas,
y nos amas hasta en extremo,
hasta el delirio;
¡Hasta el martirio!
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú-Derechos Reservados
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