EL BESO DE JUDAS
Amargo beso salado
en la cara del crucificado,
teñido de ingratitud,
le brinda el discípulo traidor
¡Ese que compartió con él su pan y su amor!
¡Cuánta ingratitud salta por las ventanas!
¡Cuánta amargura que al maestro
le quiebra el alma!
Los montes se sorprenden
viendo del amigo la traición,
los vientos sufren con Jesús,
La sombra predomina en el
huerto,
el dolor es herida descubierta.
Los guardias vienen a prenderlo:
¡Yo soy Jesús perdedme a mí!
¡Dejad id a estos!
Por treinta monedas de plata
entregó al sublime maestro
judas traicionero.
La conciencia le mata
Y muere colgado del madero.
Señor, no quiero ser Judas,
que nunca traicione al maestro
que reconozca sus bondades
y no le regale la espina sangrante
de la ingratitud.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados
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