Era un perro que reñía
con el gato de la casa,
no lo dejaba tranquilo
por la tarde y las mañanas.
¡Ya el pobre andaba traumado
viendo su cara malvada!
Un día, el perro enfermó
y el gato solo pensaba:
"¿Qué pasó con este perro
que me odiaba con tal saña?
¡Por ningún lado lo veo!"
Y le preguntó a la criada.
Ella le dijo que enfermo,
muy grave, estaba en su casa.
Y el gato olvida rencores
y le aproxima una taza
con agua para que beba
y el perro le dijo: "Pasa...
¿Por qué, gato, tú me ayudas?"
Y el gato dio lección alta:
"Ayudando al enemigo,
recojo bendición grata
y un amigo yo me gano"
Se le acabaron las ganas
al perro de perseguirlo.
Y hoy comparten juego y cama.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-derechos reservados
No hay comentarios:
Publicar un comentario