En los ecos imaginarios de la noche
he visto tu nombre gimiendo
como pájaro herido...
En su voz muda silenciosa,
tu recuerdo hace bullicio
ensordecedor.
Su mecha larga no se apaga y
horada mi alma.
Baila tu recuerdo en la luna,
salpican tus besos en las
estrellas;
braman tus caricias en los
vientos.
Quiero beber ansiosa esta
nostalgia salvaje de no tenerte,
y tú... no llegas,
resucitador de muertos.
Amado,
yo no permito que la lejanía
se trague tu recuerdo
porque aún te amo, y en estas
noches dislocadas y fantasmales,
vivo sonámbula, obstinada por
tu presencia,
¡Tiemblan mis cimientos!
¿Cuándo bajarás de esta noche
a mis tierras?
Cuando, sus ecos se harán
realidad y no quimera.
Marcados quedaron en mis
maderos
los clavos agudos de tu amor,
sangrando quedó mi vida
desde que te fuiste.
La noche es testigo que no
miento.
Autora: Edith Elvira Colqui
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