Todo lo que yo pasé
en la dulce espera,
hijo de mis entrañas,
solo Dios lo sabe
y el cielo lo cuenta, con los
dedos:
Al borde de la muerte
con hemoglobina cuatro,
se me caían los cabellos,
se me bajaba la presión;
me dolían los huesos.
Pero nunca decaía la ilusión por
tenerte.
¡Mi pedacito de cielo!
Los médicos no nos daban vida
pero tú y yo
nos aferrábamos,
¡Queríamos vivir!, ¡Ver los
colores del mundo!
Y como leones aguerridos,
luchábamos con más fuerza.
Me alimentaba de ilusión
imaginando tu dulce carita,
¿Te parecerás a mamá o a papá?
Mientras el suero corría por mis
venas
y el frío de esa sala de hospital,
me congelaba los huesos
y helaba mi alma,
¡Tenía tanto miedo de perderte!
En la soledad de ese cuarto,
te hablaba
y tú me respondías con pataditas,
yo sentía que me decías:
¡Ánimo madre,
el tiempo se acaba!
¡Solo faltan tres meses resiste,
resiste, como fiera!
Me reconfortaba tener un hijo y un amigo en el vientre
que día a día maduraba;
mientras que mi salud se
resquebrajaba...
No podía comer, las úlceras en el
estómago reventaron.
Yo no temía tanto el morir,
¡Temía dejar al niño de mis
entrañas solo y desamparado!
Pedí al Dios del cielo
Leonas fuerzas
para no perder al niño de mis
entrañas.
¡Solo él sabe cuánto pedí!
Empezó la cesárea,
los médicos la labor apuraban,
sin sangre en el cuerpo,
corría peligro mi vida
y la del hijo de mis entrañas.
Me desmayé.
Desperté al día siguiente.
Pedí ver a mi hijo.
Lo vi y nuevamente, colapsé.
Luego de muchas horas desperté...
Mi sueño de madre cumplí,
Media enferma quedé,
pero el hijo que tanto quería
logré.
Nueva vida, nueva vida al mundo
regalé.
Hoy Moisés es un hijo bello y fornido;
la luz de mis pupilas.
Mi brazo derecho, mi amigo, mi
consejero.
Lo que yo pasé en el embarazo,
lo volvería a pasar con gusto,
por ti, amado, hijo mío,
mi dulce olivo tierno.
Luz en mis inviernos…
Autora:
Edith Elvira Colqui Rojas-Perú Derechos reservados
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