EMILIA EN LAS NUBES DEL AMOR- Relato
Ella era una típica joven que
vivía sola en un apartamento del centro de la ciudad.
Había dejado a su familia allá
en México y se había ido a vivir a New York. Era alta delgada, con una
figura bella, de buena educación y mentalidad abierta.
Emilia era modelo y como toda
modelo, cuidaba mucho su alimentación y su arreglo personal, había tenido
enamorados ocasionales pero nunca se había enamorado, pues buscaba un tipo que
se amolde a su tipo de vida, la acepte como ella era, no sea celoso, la entienda,
apoye y quiera estar siempre con ella. Muchos hombres admiradores le
enviaban peluches, rosas, pero ella las tomaba, agradecía, pero no acudía a las
citas que le proponían junto con esos regalos.
Un día que había terminado su
sesión de fotos, saliendo del estudio se topó con un hombre de contextura
mediana, blanco y que llevaba unos lentes que lo hacían ver interesante.
-Disculpe señor- Le dijo ella
-Disculpe usted señorita, no la
vi, lo lamento, ¿Está usted bien?
-Sí. Sí, no se preocupe, llevo
prisa, perdone
y se fue presurosa a su casa,
aunque el recuerdo de ese hombre, no sabía por qué, había quedado prendido en
su memoria.
-Emilia se disponía a dormir
cuando sonó el teléfono:
-Señorita Emilia, buenas
noches lamento llamarla a esta hora pero le comunico que mañana deberá
llegar muy temprano, pues vendrá un nuevo cliente que necesita fotos de modelos
para su próxima campaña de perfumes.
Emilia estaba cansada pero accedió al pedido de su jefe-Esta bien
Don Manuel me presento mañana a las ocho en punto
-Así me gusta Emilia, no debemos despreciar estas oportunidades
que traerán excelentes réditos para mí y para ti. Te espero entonces temprano.
El reloj sonaba a rabiar y
Emilia aún no se despertaba, pero el ruido persistente terminó por sacarla de
la cama, se hizo el aseo personal apresuradamente, tomó solo un vaso de
leche y se cambió con un vestido rojo y unos tacones negros altos. Se
maquilló rápidamente pues ya iban a dar las ocho y salió disparada de su
casa.
Al llegar al estudio de fotos,
se percató que aquél hombre con el que se había tropezado el día anterior
hablaba con su jefe y le dio curiosidad de saber quién era, así que se acercó
como para reportarse su jefe, aunque en verdad quería cerciorarse si
efectivamente era él.
-¡Hola Emilia!, mira quiero presentarte al señor Juan López el
gerente de la perfumería Rosas Fragantes, quién nos ha solicitado fotos de
modelos, tú eres la primera así que a alistarte - Juan Pérez al ver a Emilia nuevamente
se siente complacido le extiende la mano saludándole- Mucho gusto
señorita Emilia, yo soy Juan Pérez, gerente de la perfumería Rosas
Fragantes y su atento servidor.
Emilia se quedó impactada que un gerente de una empresa la salude
tan cortésmente y devolvió el saludo con una sonrisa de aprobación- Buen día
señor Juan López, ojalá le guste la sesión- Pues seguro que sí señorita
si es usted la que va a modelar, es seguro que me agrade-
Ante estas palabras Emilia se sonrojó y dando un suspiro se
retiró a realizar las sesiones de fotos.
Emilia lucía muy bella y elegante
y posaba con mucho profesionalismo para las fotos, llevando siempre en sus
manos los diverso perfumes de la marca Rosas Fragantes, Juan la veía muy extasiado
y ella se daba cuenta que la miraba embobado.
Terminada la sesión de fotos
Emilia se dirige a su casa, no sin antes agradecer a Juan, a su jefe, por
haberse sentido tan cómoda en esa sesión. Juan al verla salir la sigue detrás. Emilia
caminaba muy rápido, así que apura el paso y la logra alcanzarla - ¡Señorita
Emilia!, disculpe, he quedado muy complacido con su trabajo y he pensado en invitarla almorzar, qué dice, ¿acepta
usted por favor?- Emilia se queda muy sorprendida por esta oferta pero se
sentía muy feliz esa tarde por su trabajo y el buen trato que él y su jefe le
habían dado y acepta, además Juan no le era indiferente así que fueron restaurante cercano del centro de la ciudad. Allí
dialogaron muy amenamente, había química entre ellos, las burbujas de al amor flotaban
en el aire entre estos dos seres desconocidos que se atraían mutuamente... (continuará)
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Autora: Edith Elvira Colqui
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