© SOY UN PEZ SOÑADOR

SOY UN PEZ SOÑADOR

Busco peces con plumas doradas comprometidas, peces con zapatos de tierra... Este poema lo podéis seguir leyendo en las plataformas que siem...

lunes, 6 de marzo de 2023

Duele el césped





Duele el césped

Duele el césped que crece
cerca del hambre,
aquel perfume desperdiciado
en esa casa azul,
el aire que asfixia
porque ya no absorbe oxígeno.

Amigo,
alarga tu mano
y envuelve el círculo de mi tristeza,
mira que roedores mastican mis quesos,
unos bandidos
me declaran la guerra
y yo estoy desarmada y sin fuerza.

Quiero encontrar la señal
que cierra el grifo del llanto,
la bola mágica
que descifre mis inviernos.

La noche me besa los zapatos,
sus hojas conocen mis huellas,
sus largas melenas
consuelan
las cúpulas de mis desvelos.

Necesito los ojos dulces del mantel
para cubrir mis sales,
la boca verde
que me dispare metrallas de esperanza.

Se deshace la figura
de cera,
Judas llega,
canta la selva de la duda,
festeja la bestia de la blasfemia.

Esta Roma antigua se quema,
se saborea el humo de las tinieblas,
ruge el Titán del dolor.
Desciende el fuego del horno,
los ángeles blancos también se queman,
si su amo lo desea.

Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados

viernes, 3 de marzo de 2023

Soledad sin luz


 


Soledad sin luz (para las personas que sufren enfermedades terminales)

 

La luz se apagó para mí,

sola mastico

las rebanadas del llanto,

se desvanece el azul de mi canto.

 

Cargo mil cruces de quebranto

en esta cama, nicho compungido

y olores de fármacos,

sudo frío.

 

Nadie advierte mi congoja,

estoy sola como un pájaro triste

sin alpiste.

 

Pero el altísimo

brilla en mi lecho aciago,

sus ángeles guerreros me envía,

sostiene mi alma, la fortalece

y puedo pasar las aguas de la muerte.

 

 

Tranquila, espero

el tiempo de la redención,

cuando el señor retenga su mano

y envíe su rosa sanadora.

 

Saldré entonces de la boca del infierno

con túnicas blancas,

y regresaré a mi hábitat,

como luz nueva, sin mancha.

 

Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados


Venganza (relato)







Venganza (relato)


Decidí nunca más verlo, esta vez fue demasiado, a pesar, que le di varias oportunidades para cambiar, otra vez me engañó.
Fui al departamento, cogí mi ropa, mis útiles personales, mis maquillajes y zapatos y los envolví como pude y me fui.

En la tarde el teléfono de mi celular sonaba a cada instante, era Julio, lo presentía, por eso no contesté, y ante tanta insistencia opté por apagarlo.
En mi casa mi madre estaba preocupada, pues, no había comido nada en todo el día


_ Isabela, debes comer, te vas a enfermar hijita, ese patán no vale la pena, no vale ninguna de tus lágrimas, mira te he preparado tu comida favorita, anda aunque sea dos bocados, ¿sí?

Al ver a mi madre tan preocupada acepté que me diera en la boca tres cucharadas de lomo saltado, pero no más.
Fui a mi habitación que me parecía ahora tan solitaria y lúgubre, me recosté en mi cama y miraba al techo pensando que iba a hacer. Perdonarlo ni pensarlo, olvidarlo sí, pero habían sido tantos años juntos que me dolía demasiado, opté por llorar largo rato, pero en mi mente ya se cocinaba el caldero de la venganza, me limpié las lágrimas y comencé a elaborar mi plan y en unos minutos me quedé dormida porque estaba agotada de tanto llorar.

Al día siguiente fui a mi trabajo donde también laboraba él, llegué temprano para no verlo, pues, mi oficina estaba al fondo y me puse a escribir en mi computadora. Luego de unos minutos llegó el hombre que me ayudaría en mi venganza, Ricardo Salinas, un empleado que siempre me había pretendido, no obstante, yo lo había rechazado varias veces.


Llegó a la oficina, me saludó como siempre y yo lo abordé coquetamente diciendo, hola amigo, ¿cómo estas?, pero no te vayas tan rápido pues, te tengo una propuesta para esta noche, él me miro medio sorprendido y antes que diga alguna palabra le dije, ¿Qué no quieres salir con una vieja amiga?, a lo que él me respondió nervioso, no, digo sí claro, dime a qué hora y dónde. Yo le dije en el restaurante Brisas a las ocho de la noche y él muy contento me dijo:

_ Por supuesto que sí, allí nos vemos.


A la cena traté de ir muy bella y él estaba muy guapo también con su terno gris y una encantadora corbata azul.
Ambos estábamos muy nerviosos, pero yo rompí el hielo diciéndole, has venido muy guapo Ricardo y él se sonrojó y me dijo: tú también Isabela.


Durante la cena conversamos de todo, de nuestra niñez, nuestros sueños y proyectos, ambos teníamos buena química y al terminar la cena le dije, mira querido amigo, yo te estimo mucho, pero te he invitado a esta cena porque quiero pedirte un favor, quiero que me ayudes a vengarme de mi novio, pues resulta que nuevamente me ha engañado y quiero darle de su propia medicina, ayúdame por favor.


En un principio Ricardo no quiso ayudarme, pero como siempre, había estado enamorado de mí, aceptó, pero con la condición de que para demostrar a mi novio que él realmente era mi pareja, los besos que nos íbamos a darnos deberían de ser reales y yo no tuve otro camino y acepté.
Habíamos acordado que Luis nos debería ver en la oficina bien acaramelados, y efectivamente, cuando Luis llegó, Ricardo me tomó de la mano y me susurraba en el oído palabras de amor. Ricardo, al vernos se puso muy furioso, se acercó y, sin decir una palabra, le dio un puñetazo a Ricardo y este cayó al suelo. Yo fui a recogerlo ante la mirada de todos los compañeros de la oficina y muy enfadada le dije:


¿Por qué golpeas a mi novio?, eres un abusivo
y él me dijo,
_¡Qué dices!, ¿qué es tu novio?, ¡qué rápido me cambiaste, ¡eres muy rápida, eh!
Yo me sentí muy ofendida y no dudé en propinarle una sonora cachetada que le dejó la cara roja y muy molesto optó por irse.

Levanté a Ricardo del piso y medio desmayado me dijo: ¿Qué pasó?
Yo le expliqué que Luis le había dado un puñetazo porque se había puesto muy celoso al vernos y le escuché balbucear, ¡me las va a pagar ese granuja!

El jefe se había enterado de todo este rollo y nos mandó llamar a los tres y nos sancionó por traer problemas personales a la oficina.
Cumpliríamos tres días fuera de la oficina, los tres, tiempo, que claro, yo aprovecharía para completar mi dulce venganza.

Continuará...


Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados



miércoles, 1 de marzo de 2023

MAFALDA NIÑA INQUIETA


 



 

Mafalda niña inquieta,

preocupada por su mundo,

mil preguntas de argucia le han hecho,

y también mil respuestas posibles ha elucubrado.

 

Sagaz, dulce e inteligente,

a ella no hay nadie que historias le cuente

¡Se las sabe todas!

 

Niña contestataria,

le lleva al sistema la contraria.

 

Es una piedra en el zapato,

para los del régimen establecido.

 

Una mente brillante la creo

y fue el genio Quino,

quien le hizo hablar

lo que muchos no se atrevían a decir.

 

Hoy el genio se fue,

pero dejó el perenne recuerdo

de esta niña,

que es la imagen

de una humanidad

que se revela ante las injusticias

y el dolor.

 

Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados

 

 


lunes, 27 de febrero de 2023

INDIGENTES



INDIGENTES 

Son almas marcadas
con el estigma de la pobreza,
almas que estiran la mano,
esperando una limosna modesta.


Craquela el ser
verlos harapientos y desnudos,
en la garganta se siente un nudo,
sentirlos desprotegidos e indefensos.

Sus ojos suplicantes
no quieren monedas de lástima,
solo piden pellejos de cariño
ramilletes solidarios.

Un día habrá justicia
para sus bocas hambrientas,
el sol del hartazgo y la alegría los colmará
y entonces sus caras macilentas
sonreirán.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados

domingo, 26 de febrero de 2023

Un día llegó

 

Yo era una flor triste, hueca y vacía

y vino el señor

con su mano amiga

a llenar mi sol.

 

Caminaba por cuerdas flojas,

no oía la voz de Dios,

hasta que el torrente me llegó

y grité a voz en cuello:

¡Cordero blanco sálvame, por favor!

Y llegó con sus orlas de perdón,

no me pidió nada,

solo su amor me cambió.

 

Hoy camino

por su vía sacra,

y aunque todavía hay mucho hierro que limar,

en su misericordia confío,

él no me va a abandonar.

 

En sus caminos

no todo es rosa,

hay espinas, baches, vías dolorosas,

pero él siempre acompaña,

y en el huracán,

se tiñe de gloria

con cada gris situación.

 

Le pido ser su fiel seguidora,

aun en la dura prueba

ser su soldado mejor.

 

¡Ayúdame, Dios mío!

Mujer frágil soy,

dame tu espíritu, dame tu valor,

de tu jardín de discípulos

quiero ser tu más bella flor.

 

Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados









ALGUNOS DE MIS LOGOS