
Los ojos del hombre se llenan de lágrimas
por dos motivos:
por amor o por muerte.
Esta vez los tuyos
hombre pequeño,
lloran por el amor que huyó de tus jardines.
No supiste regarlo
no supiste sus pétalos acariciar,
no le diste tiempo,
¿Y ahora de qué te quejas?
Tu sembraste tu propia ruina
hombre de papel,
ahora tu paloma, alzó vuelo
a otro nidal.
Allí le dan calor y abrigo.
Allí le dan,
lo que tú nunca le supiste dar.
Allí la respetan y quieren
sin mezquinar.
Ahora
solo te queda,
llorar y llorar.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados

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