Monstruo abobinable,
que tocas los pétalos de la inocencia,
y desgarras con tus uñas,
sus ilusiones de pajaritos blancos.
Monstruo abominable,
niños pequeños son tus víctimas:
inocencia bendita, violada entre tus manos.
¿Por qué destruyes las alas tiernas
de esas mariposas frágiles?
¿Por qué socavas su intimidad?
Deja de cortar las flores de su infancia
monstruo inclemente,
Deja ya, de posar tus ojos y tus manos negras
en su piel.
No te los lleves en tus capas negras.
¡No tienes el perdón de Dios!
Tu cabeza rodará al fuego,
quedando en el hueco negro del oprobio y la verguenza.
Tu castigó será
vivir habitando, las jaulas eternas.
En gritos y llantos de sangre.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-derechos reservados
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