¡Qué linda luce la tarjeta navideña,
con sus árboles y estrellas!,
y en su interior lleva un bello lema
de paz, unión y fraternidad.
Buenos deseos la adornan,
decoraciones primorosas
y espíritu de bondad.
Envío tarjetas navideñas
a mis familiares y amigos,
deseándoles una Navidad hermosa,
y que el Niño Dios bendiga sus hogares
con alegría sincera y paz perdurable.
Sus colores vivos —rojos, verdes y dorados—
se alzan como un augurio luminoso
de un mundo mejor,
más humano, más fraterno,
donde cada gesto se convierta
en una chispa de amor.
Porque una tarjeta navideña
es un pedazo del corazón
que se regala con ternura
y que ilumina el alma
como una estrella en la oscuridad.
Edith Elvira Colqui Rojas Perù


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