Soy hija del viento, del sol y el mar,
crepúsculo brillante al amanecer,
mujer que vuela en mundos perfectos,
Soy la mujer de Loto,
la de las mariposas en el pelo...
Mi pluma celeste escarchada,
pinta palabras soñadas,
soy el hada que te hechiza con palabras.
Soy la voz que te acaricia, que te susurra palabras suaves,
tañido dorado de románticas campanas,
polvo que levanta conciencias dormidas.
polvo que levanta conciencias dormidas.
Soy paloma solitaria,
escondida en el silencio de mi casa,
esperando beber el agua de un manantial amanecido...
Mi canto,
un canto a la bella tierra,
al cielo enamorado,
al árbol que cae,
al niño que llora y ríe,
al niño que llora y ríe,
al mundo acibarado y al dulcificado ...
En tiempos de penumbra, soy acero bruñido,
en tiempos de luz, girasol radiante,
soy aire, soy gorrión, buscando siempre una estación para mis sueños,
mariposa blanca, capullo en flor...
No soy perfecta lo sé,
pero te regalo, todo lo bueno que soy
Y cuando acabe mi canto en esta tierra
no quiero llanto, ¡No!,
sólo una flor,
flor que no muere en la tumba muerta,
flor brillante de tu amistad sincera,
y tu recuerdo eterno.
El hada de palabras yace yerta,
tranquila...
en urna de cristal
va vestida de blanco,
lleva entre las manos
una rosa roja y una pluma dorada,
señal que ha vivido mucho y ha amado tanto...
Mucha gente la despide emocionada,
se oye la voz de los versos que la acompañan,
suena la música de los violines y las guitarras que tanto amaba.
A lo lejos un jilguero canta en melancolía,
y ella se despide del mundo,
se despide de la vida,
que le dio lo que siempre soñaba,
¡Ella se va agradecida!
El día baja sus pestañas,
ya atardece,
llueven rosas en el cielo...
Autora: Edith Elvir Colqui Rojas-Perú-derechos reservados
y tu recuerdo eterno.
El hada de palabras yace yerta,
tranquila...
en urna de cristal
va vestida de blanco,
lleva entre las manos
una rosa roja y una pluma dorada,
señal que ha vivido mucho y ha amado tanto...
Mucha gente la despide emocionada,
se oye la voz de los versos que la acompañan,
suena la música de los violines y las guitarras que tanto amaba.
A lo lejos un jilguero canta en melancolía,
y ella se despide del mundo,
se despide de la vida,
que le dio lo que siempre soñaba,
¡Ella se va agradecida!
El día baja sus pestañas,
ya atardece,
llueven rosas en el cielo...
Autora: Edith Elvir Colqui Rojas-Perú-derechos reservados
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