En la yema del tiempo
se pierden lentamente los años,
sus pisadas aceleradas son implacables,
por la ribera del río,
su agua lozana se va secando.
Ya el árbol Lozano
no es el mismo,
su piel rama verde,
se va oxidando,
su visión se hace borrosa,
sus manos temblorosas.
Es el momento
de equilibrar la vida,
de buscar recintos de paz interior,
de perdonar errores,
de perdonarse así mismo,
de saldar cuentas.
En el ocaso
de la existencia
vuelan pañuelos de lágrimas emotivas,
por los sueños conseguidos,
por los sueños truncados,
por un familiar perdido,
por un amor fugado.
El carruaje final llega,
debemos marcharnos
en sus silletas
con conciencia blanca y alma erguida,
con flores de paz
y con lamparines seguros
de la misión cumplida.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas Perú Derechos reservados
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