DESDE LOS CRISTALES DE MI VENTANA
Desde los cristales de mi ventana
veo la profundidad de la vida.
Unos carros monótonos y un hombre
que silba despreocupado,
miles de brazos yendo hacia el
trabajo,
niños que surcan la primavera de la
vida sonriendo;
madres atareadas en los florales de
sus casas.
La vida pasa en sus círculos
eternos,
no hay piedra que la haga detener,
ella sola se detiene
ante el toque de la trompeta del
final,
y el hombre entonces debe
presentarse desnudo
completamente desnudo a su hacedor,
para rendirle cuenta de sus frutos
en esta vida;
de sus aciertos y desaciertos.
¡Ah la vida!
Esa señora antojadiza
que nos pone acontecimientos
inesperados,
vicisitudes, altos y bajos que
debemos surfear:
Cuerdas flojas, puentes, laberintos
intrincados hay en sus pasadizos.
Llega a la meta ansiada, el
humilde, el sensato, el que sabe sobrellevar los sufrimientos con hidalguía
y no devuelve el mal por mal.
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú- Derechos reservados
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