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Busco peces con plumas doradas comprometidas, peces con zapatos de tierra... Este poema lo podéis seguir leyendo en las plataformas que siem...

viernes, 15 de noviembre de 2019

LA HISTORIA DE FABIO




LA HISTORIA DE FABIO

Había sufrido mucho en esta vida, su esposa murió en un accidente de tránsito y sus hijos al verlo viejo y enfermo lo abandonaron. Triste se vislumbraba el destino de Fabio,  pero para fortalecerse en su lucha por la vida, iba todas las tardes a la iglesia a rezar:

- ¿Por qué señor si siempre fui un hombre bueno, me suceden estas cosas?, No entiendo tus designios y quisiera echarlo todo por la borda, dejar este mundo lleno de sinsabores para mí. Mi esposa a la que tanto amaba ya no está. Mis hijos a los que di todo, me han abandonado. Soy ahora solo un saco roto desahuciado, enfermo y sin ganas de seguir.

Y así luego de descargar su desconsuelo en la iglesia todas las tardes, se dedicaba a recoger botellas, cartones y fierros y luego los vendía y con esto subsistía pero un día que iba acompañado con su perro Negro, un auto que pasaba muy veloz, le cogió una de sus piernas. La gente que  estaba por allí lo ayudó y lo llevó al hospital de modo que él fue allí inconsciente, hasta que despertó sorprendido en el hospital y dijo:

-¿Pero qué pasó aquí?, ¿qué hago acá?, ¿señorita enfermera qué me pasó?, ¿Por qué me han traído aquí?

La enfermera le contestó:

-Tranquilo señor, usted ha tenido un accidente, unas personas buenas lo han traído aquí para salvarle la vida, pues el auto que le arrolló le ha cogido la pierna derecha pero ahorita usted no siente nada porque le hemos aplicado unos calmantes en la vena. Los doctores dicen que lo mejor será amputársela para que la infección no avance y Fabio asustado, desesperado y molesto le dijo:

-¡Pero cómo que me cortarán la pierna!, ¡no señorita no pueden hacer eso, yo no tengo quien vele por mí y sin una pierna cómo trabajaré?

Y la enfermera lo calmaba diciéndole:

-Tranquilo señor, es lo mejor para salvarle la vida.

Pero Fabio estaba desesperado, no quería perder su pierna derecha y lloraba se lamentaba por este destino tan duro que le había tocado vivir, pero estaba débil por la sangre que estaba perdiendo, así que agotado se quedó dormido y en sus sueños vio que una mano salía de unas nubes y una voz celestial le decía.

- ¡Fabio, ven¡ Fabio ven conmigo!

Y Fabio muy sorprendido le decía:

-¿Quién eres tú?

Y la misma voz le dijo:

-Soy el Dios del cielo Fabio. He venido a llevarte a un lugar donde descansarás de todos tus males.
Y Fabio muy conmovido dijo:

-Madre santa el mismo Dios me extiende su mano para llevarme al cielo. No lo puedo creer. ¡Al fin descansaré de tantas penas que me ha dado esta vida!

Y la mano gigante que salía de las nubes le decía:

-Apúrate Fabio ven coge mis manos que el tiempo ya nos gana. Hoy es el día en que verás la gloria divina. Irás el cielo y hasta verás el rostro de tu amada esposa.

Al escuchar que iba a ver a su mujer Fabio se llenó de inmensa alegría, pues siempre había sido su anhelo volver a ver a su esposa  a la que extrañaba muchísimo.

La mano entonces le cogió de la cintura y en pocos minutos desapareció con Fabio entre las nubes del cielo.

Este era el preciso momento en que Fabio en el hospital había tenido una complicación en la operación de la pierna que los médicos le estaban  realizando sedado. Un paro cardíaco le había sorprendido y había dejado de existir.


Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados



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