Mordiendo el fruto del destino
mi vida se desliza en otoños
tranquilos.
Estoy feliz, tomé la mejor decisión,
ese manzano que me arriesgué
a comer un día,
para enlazar mi vida contigo,
hoy me sabe a sidra
exquisita.
No fue fácil decidirme,
fueron tiempos de espera,
fueron tiempos de dudas, si
valdría o no la pena.
Y arriesgué mi libertad y las
comodidades de la casa paterna.
Y volé con el príncipe de mis
sueños,
sabiendo que el hombre a
quién amaba
la vida por mí entregaba.
Pasó la prueba de fuego:
Su amor fue a prueba de
balas.
Y como jaspe de amor delicado
todas mis aristas de mujer él
respetaba.
Hoy disfruto de esos frutos
de entrega y sacrificio,
en el leño un hogar cálido.
Extienden en nuestro nido,
sus regocijadas sus alas,
nuestros hijos olivo fresco.
Amado, cervatillo enamorado,
¡Tú me robaste el corazón por tu sabor a fruto de fidelidad!
En ti saboreo seguridad, paso firme para el futuro.
Prendada desde hace
veintitrés años,
de tus cuidados de esposo
dedicado.
Mis otoños no se hacen
manteles largos agrios.
Son manzanas deliciosas que disfruto ampliamente en tu regazo.
¡Me bendijo el cielo con tu dulzura!
Son nuestros hijos logrados,
fruto de nuestro amor
consolidado.
Agradecida me siento,
de estos frutos del destino almibarado
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú-Derechos reservados
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