No apuntes con el dedo muy ligero,
los errores del amigo,
enemigo o compañero:
Analiza, razona primero.
Sé condescendiente,
no seas tan implacable en tus
juicios con el otro.
Siempre hay motivos razones
que a veces desconocemos.
Es fácil levantar el dedo
acusador
y dejar que vuele como
paloma;
lavándote luego las manos.
Es mejor ser juez de uno
mismo,
antes de lanzar el dedo
acusador y la boca llena de improperios.
Recuerda juzgándonos a nosotros
mismos aprendemos y mejoramos como seres humanos.
Criticando, acusando,
desmereciendo al otro
nos quedamos como enanos,
hacemos lo que todos hacen
como ovejas.
Nuestra alma se queda vacía y
añeja.
Sé tú, noble persona,
perdona, olvida al que alguna
vez te hizo daño, desmedro o mella,
y brillará por siempre tu
estrella.
Autora: Edith Elvira Colqui
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