Hora de la melancolía
hora de lamer las heridas,
hora del salterio desierto,
hora del llanto en madejas,
hora de la pena y la queja
ciega.
Hora que picotea las pupilas del alma.
Hora coagulada en los llantos
propios y de extraños.
Hora de pedir al padre
ayuda del cielo.
Hora de acordarse de
los que no tienen techo,
de pensar en el que carece
de alimento,
en los amigos que se
fenecieron sin paz.
Hora de la melancolía
batiéndose en este mundo de
ruidos
atrapando silencios con su
red fiera.
Hora de melancolía,
con sus cabellos largos
extendidos,
sin peine que le
ordene las nostalgias
y luego se las lleve lejos.
Hora del rito del silencio,
del la impotencia ante las
tragedias
ocasionadas
por este mundo moderno.
Hora del desposeído,
hora del esclavizado, del
deportado,
del enfermo terminal,
hora de los niños y mujeres
mancillados.
Hora
que en sus voces de pena
se hacen siglos eternos sin
luz.
Hora de las ánimas que
penan,
en su mármol de
cemento,
en un mausoleo mudo
que ya no siente,
ni habla.
El mundo perdido en su nada,
vive en su hora de
melancolía larga,
y no se da cuenta de su
terrible drama.
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú-Derechos reservados
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