Las vírgenes prudentes caminan
con lámparas encendidas
y fuego en el corazón.
En sus rostros llevan las marcas del desvelo
en sus manos sus candiles y azucenas de ilusión.
Las vírgenes prudentes no se quedan dormidas
sabían que el esposo llegaban a media tarde o en la madrugada
y lirios blancos de pureza le preservaban.
A las vírgenes necias
se le cerraron las puertas;
¡Mirad, llorando se lamentan!
Tocan con sus manos la oscuridad desierta.
Las vírgenes prudentes caminan luminosas,
añorando cielo dorado.
Supieron esperar en desvelo al esposo que tardaba;
nunca dudaron de su promesas
y le reservan sus mejores estrellas
y sus lámparas colmadas de aceite de amor.
En la madrugada llega el esposo esplendoroso,
las llama por su nombre con ternura,
ellas van prestas, descalzas
despojadas de banalidades y pompas terrenas.
van en fila jubilosas,
al encuentro de su amado glorioso.
Coronadas de bellísimas flores
y en vestidos castos,
se desposan con su esposo amado;
es su casa eterno el cielo ansiado.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados
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