En torre de mi ciudad,
he visto una dama bella,
salía de su balcón,
brillante como una estrella.
Traía en su cabellera,
una rosa muy hermosa,
y un vestido blanco, bello,
que la volvían preciosa.
Yo quiero cantarle ahora,
muy feliz y emocionado,
estos versos muy sentidos,
pues, yo soy su aficionado.
También quisiera entregarle,
una peineta de oro,
para sus negros cabellos,
que extasiado, los adoro.
Sé que no le soy molesto,
pues ayer, ya me ha mirado,
y con sus ojos me ha dicho,
¿Quieres ser mi enamorado?
Juzgué bien, pues mi paloma,
a este ser, que si la ama;
con todo su gran ímpetu
siempre, siempre, la reclama.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-/copyright ©
he visto una dama bella,
salía de su balcón,
brillante como una estrella.
Traía en su cabellera,
una rosa muy hermosa,
y un vestido blanco, bello,
que la volvían preciosa.
Yo quiero cantarle ahora,
muy feliz y emocionado,
estos versos muy sentidos,
pues, yo soy su aficionado.
También quisiera entregarle,
una peineta de oro,
para sus negros cabellos,
que extasiado, los adoro.
Sé que no le soy molesto,
pues ayer, ya me ha mirado,
y con sus ojos me ha dicho,
¿Quieres ser mi enamorado?
Juzgué bien, pues mi paloma,
a este ser, que si la ama;
con todo su gran ímpetu
siempre, siempre, la reclama.
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