Añoranzas infantiles
Mi niño adorado, en esta tarde
de verano me asalta la inocente nostalgia de madre, al recordar con ternura tus
dulces correrías infantiles:
¡Cómo me deleitabas en la sala viéndote jugar con tus aviones de
juguete!
Luego a las tres de la tarde, cuando te sacaba al parque
con tu carro a pedales de modelo antiguo, disfrutaba verte conducirlo lleno de alegría,
¡Cuánto disfrutaba en tus
aventuras de niño a raudales!
¡Cómo olvidar esos detalles, vida de mi vida,
si el verte feliz era mi mejor
deleite y júbilo!
Pedaleando para adelante y para
atrás, escuchando tu sonrisa de dulces pajaritos; haciendo el sonido del motor
con tu boquita de manzano:
Run, run,.. – ¡Mira madre, como avanza mi carro!
Ah, nostalgia de madre
melancólica, me invade en esta tarde de enero,
al encontrar en tu cuarto
antiguo, este carro que tanto te deleitó de niño.
¡Cuánto quisiera retener en mis
manos tu infancia tierna cándida!
Y unas lágrimas sentidas
vuelan de mis ojos repentinas.
Pues veo que son quimeras mis
pensamientos. Que volaste del nido para siempre, que ahora vives lejos, que has
crecido.
Ahora te toca manejar los verdaderos carros de la vida. Allí
te estrellarás, a veces, con la realidad que no es rosa, como tus juguetes,
hijo mío.
Pero te levantarás con ánimos renovados; pues cada golpe te
enseñará a ser un hombre fuerte y moldeará tu entereza como ser humano.
¡Vuela hijo, vuela, aunque tu
madre se quede aquí llorando al ver morir tu infancia entre ojos llorosos!
Aunque me parta el alma verte
vivir tan lejos.
Ya tu padre y yo hemos sembrado
la buena semilla. Ahora te toca solo recorrer el camino de la vida.
Acompáñate de los consejos y cariño que por siempre por ti hemos
deshojado y de la mano de Dios que guía siempre nuestro camino escarpado.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados
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