Lágrimas de rocío
vierten de las ventanas de tus ojos,
caen como lluvias copiosas
y no quieren irse de tu tez.
Son dulces lágrimas de mujer,
que se deslizan, suavemente del manantial de tu alma triste,
y dibujan las huellas de tu dolor.
Esas lágrimas son las notas calladas de tus penas…
Hoy las he visto,
y una espina se ha clavado en mi corazón,
No, ya no quiero ver tus lágrimas,
¿no ves que me causan mucho dolor?
Toma mi pañuelo y sécalas por favor,
ningún amor vale tanta consideración.
Guárdalas en el cofre de tu corazón,
para un amor mejor,
o una hazaña superior.
Autora Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados de
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