Fueron momentos de inexplicable dolor
de dagas interminables en el corazón.
Aquél hijo
a quién dimos la vida
hacia el cielo partía
Nuestras almas se hicieron cenizas y se abrazaron
en dolor compartido.
Nuestro mundo se hizo hielo frío.
¡No, no hay dolor más profundo vida mía
que perder un hijo!
Se parte el alma en pedazos de vidrio roto
sangran nuestras venas en llagas moradas de pena.
Somos unidad en la pena.
¡Nuestro hijo cariño,
nuestro bebé,
al cielo se ha ido!
Nosotros nos quedamos en la tierra llorando,
pero nuestros corazones y nuestras almas
con él
para siempre se irán al cielo.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados-copyright ©-Prohibida su copia total o parcial.
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