Abuelo, te extraño,
en el huerto de las ilusiones
naranjas,
ya no habla tu voz;
tu sonrisa mansa, quedó
velada.
¡Pero aún crepitan tus
pisadas cansadas
en el hogar de antaño!
Aún tus palabras consejos de
oro,
se derraman como
perfumadas rosas
por mis ventanas.
¡Oh, abuelo!
¿Cómo dejarte ir, sin
la nostalgia de niña mimada?
¡Cómo no verte en la mesa familiar
recitando un salmo inspirado!
Tu siempre estarás presente
en mis broches del recuerdo,
en aquellas horas de bizcocho
infantil
en que me leías cuentos y me
hablabas del hermano viento y los colibrís coloridos de ensueños;
de los duendes, las hadas y
los hombres buenos.
¡Oh, querido abuelo!
Tus camisas dejaron su olor a
bondad en mi ser,
tus relojes antiguos me dicen
que no has muerto,
que a pesar del tiempo,
tu recuerdo vive en mármol
eterno.
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú-Derechos Reservados
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