Madre atravesada, por el dolor de tu
hijo yerto
por los clavos y la lanzada…
Madre, tus lágrimas lloraron,
el día que a tu hijo crucificaron.
Tienes el alma rota en vidrios,
vez a tu hijo tan callado, mudo,
vives horas en lenta agonía,
es tu niño el que criaste con amor,
allá en Belén,
el que cambiabas los pañales,
¡Se ha quedado mudo,
ya no te pide leche!
¡Esta yerto, yerto!
Y tú tan callada,
bordada en pena.
Madre de alma pura y santa,
en tus
lágrimas nace un pueblo
que no pierde
la esperanza...
Autora: Edith Elvira Colqui
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