AZUCENA, FLOR OLVIDADA
Anclada a la orilla del mar
como una estatua inerte, sin
voz,
flor abandonada azucena, has
quedado:
descalza y desnuda de amor te
han dejado.
La olas encrespadas saladas,
saben que tu corazón está partido, gaviota solitaria,
saben, que tu marinero zafiro
reluciente, al atlántico lejano ha fugado,
y que a tu corazón se le ha
secado el aliento y le cubre la marea del dolor.
¡Oh, dama ilusa prisionera del
tiempo del amor!
Saca tu pañuelo de oloroso
nardo y haz luto de llanto por ese mal amor.
Deshoja margaritas
y arroja los pétalos amargos de
la decepción, al mar azul cristalizado.
Se elevan las velas,
se aleja el barco,
se alejan de tu alma las
esperanzas ciegas.
Roto en un mástil clavado,
desangrado, quedó tu corazón,
te carcomen las dagas de la
impotencia sombría,
¡Cuando el amor decide irse, no
hay viento ni vendaval que lo haga regresar!
¡Mira en que te has convertido,
mujer, esbelta, estrella!
De tanto esperar veranos que no
llegan;
de tanto llorar en almejas
mojadas,
te has convertido en lánguida
estatua de sal.
Toma la
pócima del olvido, ¡bébela pronto!
que tu
juventud se consume esperando a un fantasma de amor.
Regresa,
vuelve, a tu hogar paloma, abrígate con ilusiones nuevas,
vístete de
nuevos corales y de esperanzas gaviotas luminosas.
El tiempo te
hará olvidar, sus besos de mar y sus caracolas de caricias,
¡Súbete a los
buques de un nuevo amor!
Quizás te
extienda sus redes de sinceridad.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados.
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