Cuando el sol acuesta su pena
Cuando el sol acuesta su pena
allá en los lejanos
ocasos,
sin mas música que el
ladrido de los perros hambrientos.
Sin violines de paz en
sus tejados.
La vida se torna
monótona,
porque los hombres ya no
aman.
Las chicharras de la
compasión se apagan.
Se oye solo el rostro del
miedo, el terror al fracaso.
Y una soledad profunda
que se quiere comer a todos,
a todos los que se resisten
salir de su ostracismo ciego.
Vivir es dialogar,
compartir.
El hombre en su concha de
egoísmo
va camino al cadalso.
El sol brilla,
en los que saben regalar
una sonrisa
aunque el alma sangre de
pena
El sol jamás se acuesta
en el ser que con su
mirada ilumina.
En el que con su
voz cansada aún canta salmodias de alegría.
No necesitamos ser
adinerados
para irradiar paz y bellas
melodías.
El sol del alma
en el alto monte siempre
brilla,
si hacemos del otro,
nuestro espejo cada día.
Autora: Edith Elvira
Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados
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