MUNDO INCLEMENTE
Mueren los niños de hambre
en tus zapatos finos, mundo
inclemente,
¿No oyes sus gritos agudos de
dolor?
La voz del pobre clama en
gargantas rojas
y todos pasan de largo
¿No existe acaso un buen
samaritano?
Unos despilfarrando en tiendas,
comprando bombas y armamentos;
otros,
calmando su hambre en un
muladar mugriento.
Unos bebiendo el pan de la abundancia
y otro muriendo en
balsas de fuga.
No es posible
mundo inclemente
que no tengas corazón de
hombre
¿Te hiciste acaso de hierro o
de piedra?
¿No oyes el violín del llanto
de los niños en guerras?
¿No sientes el dolor de estar
enfermo sin tener medicinas
como en Venezuela?
¿No te dicen nada
los niños del África
desnutridos en huesos?
¡Por qué ventana botaste
humanidad tan pronto!
Quien te arrancó el corazón
de sentimientos.
Pesa en la balanza el vil
metal
la codicia avanza con
colmillos de acero.
Dejando a su paso lágrimas, dolor
y muerte.
Allí pasa contento el mundo
inclemente,
no le interesa nada el llanto
de la gente.
Si el planeta se borra con
tanta contaminación de sus fábricas e industrias.
Si mueren las mariposas
monarcas, las especies marinas o si el sol recalienta.
Su vientre de dinero y de
alimento revienta,
pero no se sacia y va en
busca del indefenso
y le dejan sin bienes, sin
huesos, ni pellejos.
Te jactas de moderno, de
adelantado,
pero en humanidad estás muy
retrasado.
Quien no siente por su
hermano
no merece llamarse humano.
Quien no comparte,
debe vivir solo en su planeta
oscuro del egoísmo supremo.
¡Cuidado mundo inclemente!
Quizás estás cavando la tumba de tu propia muerte.
Autora: Edith Elvira Colqui
Rojas-Perú-Derechos reservados
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