Yo sé señor que de tus blancos manos
no merezco nada.
Yo sé que solo en hiel y en agraz mi casa del alma, nada.
Yo sé que soy ser pequeño, ante ti,
pobre piedra inerte.
Polvo y mas polvo, que solo emite rayos de muerte.
Yo sé que no te merezco,
que la corona que me diste a veces la dejo caer presta.
Que no te doy conforme tus infinitas canastas de ofrendas
que diariamente me regalas.
Pero así, pobre, pequeña, leve pajarilla.
Me declaro tu hija, la mas pequeña.
Y amo tus fuentes,
no puedo dejarlas.
Pues solo en ti encuentro palomas de consuelo,
amor cariño en desvelo;
paz del alma en transparentes riachuelos.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas -Perú-Derechos Reservados
Inspirado en el pasaje bíblico de la pecadora perdonada
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