¡Qué pena ya no ser tu flor!
Qué pena ya no ser la fuente en que calmes tu sed,
qué pena ya no ser tu princesa mariposa,
a la que ames a morir.
Qué pena que mis gaviotas de amor, ya no te alcancen,
que mis ojos faros ya no sean tu luz,
que ya no te haga falta mi piel lozana;
que ya no me llames temprano por la mañana.
Qué pena ya no ser el centro de tu existir,
¡Qué pena amarte tanto y perder poco a poco tu querer!
¡Amor enséñame!
¿Cómo se borra tan pronto un querer?
Pero no me hundiré en las aguas de la decepción.
¡No!
Como ave superada
a nuevos cielos voy.
Recogeré mi pena,
la guardaré en los baúles del silente dolor.
En otros lares, estoy segura,
florecerá mi flor.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados
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