El mundo pide paz,
que banderas blancas cubran sus tierras,
que no corra la sangre por sus veredas,
que brille el resplandor de la luz,
que el lobo pueda vivir con el cordero,
que el león y el buey juntos almuercen,
en un mañana de solidaridad mundial.
Oh, príncipe de paz,
regálanos un poco de tu corazón blanco,
que no ambiciona nada y sólo da.
Que no ostenta nada,
que quiere en bien de los demás.
Llena de tu corazón blanco las fronteras, los países, los gobiernos.
Que se desarmen las guerras con tu mirada de amor.
¿No hemos sufrido ya mucho dolor?
¿No nos inundan las noticias de terror?
Te necesitamos al príncipe de paz.
En tu sufrido silencio gritas al mundo su falta de amor.
Montado en el burrito de la humildad,
no quieres nada a nadie quitar.
Sólo gota a gota toda tu vida entregar,
por amor a la humanidad.
Loco de amor en el calvario te quieres inmolar.
Príncipe de paz,
llena nuestro corazón de paz.
Que el deseo de blanco inunde las calles y la ciudad.
Sólo así gozaremos de verdadero bienestar,
sólo así al enemigo lo podremos besar.
Paz,
Paz.
El mundo de guerras cansado está.
En Jerusalén haces tu entrada triunfal.
Ojalá en nuestros corazones,
también te puedas instalar.
que banderas blancas cubran sus tierras,
que no corra la sangre por sus veredas,
que brille el resplandor de la luz,
que el lobo pueda vivir con el cordero,
que el león y el buey juntos almuercen,
en un mañana de solidaridad mundial.
Oh, príncipe de paz,
regálanos un poco de tu corazón blanco,
que no ambiciona nada y sólo da.
Que no ostenta nada,
que quiere en bien de los demás.
Llena de tu corazón blanco las fronteras, los países, los gobiernos.
Que se desarmen las guerras con tu mirada de amor.
¿No hemos sufrido ya mucho dolor?
¿No nos inundan las noticias de terror?
Te necesitamos al príncipe de paz.
En tu sufrido silencio gritas al mundo su falta de amor.
Montado en el burrito de la humildad,
no quieres nada a nadie quitar.
Sólo gota a gota toda tu vida entregar,
por amor a la humanidad.
Loco de amor en el calvario te quieres inmolar.
Príncipe de paz,
llena nuestro corazón de paz.
Que el deseo de blanco inunde las calles y la ciudad.
Sólo así gozaremos de verdadero bienestar,
sólo así al enemigo lo podremos besar.
Paz,
Paz.
El mundo de guerras cansado está.
En Jerusalén haces tu entrada triunfal.
Ojalá en nuestros corazones,
también te puedas instalar.
*Autora-Edith Elvira Colqui Rojas -Lima -Perú
(derechos reservados)
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