Nada, nada es eterno,
la juventud en blancos vientos se va corriendo,
la belleza como cera se desmorona,
los bienes materiales,
son flor de un día.
La inteligencia se desbarata con el tiempo.
La salud se resquebraja con los años.
La muerte, la muerte todo lo apaga,
viene sigilosa con su guadaña asesina
y quiebra la cara de la vida, en segundos.
Los honores fenecen,
los cargos y los lujos se acaban.
El poder algún día cae,
y la fama se termina con la muerte.
La vida,
la vida es solo soplo, humo viento, nada,
hay que aprovecharla mientras la tenemos entre los dedos.
El amor con su vela encendida solo queda,
y aún después de la muerte
la pregunta insiste:
¿Dime hijo, cuánto amaste allá en la vida terrena?
El amor como bien eterno
hay que valorarlo, construirlo, sembrarlo.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados-copyright ©
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